Alimentación sostenible: ¿qué es y por qué es importante?

¿Te has preguntado alguna vez qué significa exactamente llevar una alimentación sostenible? No eres la única. Comprar productos ecológicos está bien, pero no es suficiente: cómo, dónde y qué alimentos consumimos tiene un impacto directo en el planeta. A continuación, te contamos en qué consiste este enfoque y qué puedes hacer para sumarte al cambio, paso a paso.

Nuestra alimentación representa en torno al 20 % de nuestra huella de carbono  personal. Y según diversos estudios, adoptar hábitos más sostenibles en este aspecto podría reducirla a la mitad. Pero el CO₂ no es lo único que está en juego: los alimentos que elegimos también influyen en nuestra salud, en el medio ambiente y en la vida de muchas otras personas.

Por definición, una alimentación sostenible y saludable es aquella que tiene en cuenta las consecuencias ecológicas, sociales, económicas y sanitarias de lo que comemos. Es decir, si queremos apostar por una alimentación sostenible, elegiremos productos saludables, daremos prioridad a los ingredientes de origen local o justo y a procesos y envases respetuosos con el entorno y reduciremos el desperdicio alimentario.

Estos pequeños gestos pueden marcar una gran diferencia a largo plazo. Ahora bien, en la práctica, mantener este tipo de alimentación no siempre es fácil. Nuestro ritmo de vida acelerado, la falta de tiempo o simplemente el desconocimiento hacen que muchas veces acabemos optando por lo más rápido: platos precocinados, snacks envasados o ingredientes poco equilibrados.

Y este consumo poco consciente tiene consecuencias muy reales:

• Emisión excesiva de CO₂
• Escasez de agua y sequías
• Degradación del suelo por monocultivos y pesticidas
• Deforestación de las selvas tropicales
• Sobreexplotación de los océanos
• Pérdida de biodiversidad
• Ganadería industrial intensiva
• Deterioro de la capa de ozono
• Condiciones laborales injustas en países productores
• Toneladas de residuos plásticos
• Obesidad y enfermedades relacionadas con la alimentación

Si quieres llevar una alimentación más sostenible, lo primero es empezar a comprar de forma más consciente. Evitar los platos precocinados es un buen comienzo, pero no basta. A diferencia de nuestros abuelos, hoy estamos acostumbrados a tener cualquier alimento disponible en cualquier momento del año.

Por eso, uno de los mejores consejos es pararte a pensar: ¿de dónde viene este producto?, ¿cómo se ha cultivado?, ¿qué tipo de envase lleva?, ¿realmente lo necesito?

Pongamos algunos ejemplos: fresas en noviembre, nueces de California, mangos tropicales o los queridos (pero no siempre sostenibles) aguacates. Si revisas tus hábitos de compra, seguro que encuentras margen para mejorar.

Y no hace falta hacerlo todo perfecto. Dar pequeños pasos también cuenta: ir a comprar en bici o en transporte público, o simplemente procurar no tirar comida. Esto último no deberíamos pasarlo por alto: en España se desperdician más de 1.200 millones de kilos de alimentos al año.

Una de las claves para mantener una alimentación sostenible y saludable es apostar por productos locales y de temporada. Elegir frutas y verduras que estén en su mejor momento y que se hayan producido cerca de donde vives no solo reduce los transportes innecesarios, sino que también apoya la economía local.

Una herramienta muy útil para esto es el calendario de temporada, que te indica qué alimentos están en su punto óptimo cada mes del año.

Comprar en mercados de barrio o directamente a productores locales tiene muchas ventajas: los alimentos suelen estar más frescos, saben mejor, y además, suelen venir sin envases innecesarios, lo que también ayuda a reducir residuos.

Acostúmbrate a llevar una bolsa de tela o de malla cuando salgas a comprar. Es un gesto sencillo, pero también un paso más hacia una vida con menos plástico  y una alimentación más sostenible.

Más de la mitad de los gases de efecto invernadero que se emiten en el mundo están relacionados con la producción de carne. A esto hay que añadir el sufrimiento animal derivado de la ganadería intensiva y la deforestación para criar animales o cultivar su alimento.

Aunque mucha gente piensa que la soja se cultiva principalmente para producir tofu y otros alimentos vegetales, lo cierto es que la mayor parte se destina a la alimentación del ganado.

Por eso, reducir el consumo de carne (aunque no la elimines por completo) es uno de los pasos más eficaces hacia una alimentación más respetuosa con el planeta.

El uso de pesticidas en frutas y verduras no solo perjudica al medio ambiente, sino también a nuestra salud. Por eso, si buscas opciones más responsables, los alimentos ecológicos son una gran alternativa. Además, la agricultura ecológica aporta otros beneficios:

• Menor emisión de CO₂ al evitar fertilizantes químicos
• Cuidado del suelo y uso responsable de los recursos naturales
• Alimentos libres de transgénicos
• Fertilización natural sin productos sintéticos

Además de su impacto positivo en el medio ambiente y la economía local, una alimentación sostenible también repercute en tu bienestar. Evitar los envases de plástico y los alimentos tratados con pesticidas, colorantes, conservantes u otros aditivos ayuda a reducir el riesgo de sufrir diversas enfermedades. Y si además optas por productos de temporada y proximidad, tu alimentación se vuelve mucho más variada.

Eso sí, también tiene sus retos. Cambiar ciertos hábitos lleva su tiempo, sobre todo si estás acostumbrada a tener cualquier fruta o verdura todo el año, o si el consumo de carne forma parte de tu dieta diaria. Pero lo importante no es hacerlo todo perfecto desde el principio, sino ir tomando decisiones más conscientes y avanzar, poco a poco, hacia una forma de alimentarte más equilibrada, responsable y conectada con el entorno.